Y… Tachán, ya estás en casa. Has recorrido los 45 kilómetros que separan el trabajo de tu sofá y mientras bajas del coche te rascas la cabeza pensando: “¿Cómo he llegado hasta aquí?”. Bravo, acabas de sacar matrícula de honor en ‘Distracción al volante’. Pero, tranquilos, ni sois el primero ni tampoco la última en este podio. Este, junto a dejarse al niño en el aparcamiento del supermercado, es sin duda un caso extremo, aunque real y hasta habitual que nos lleva a elegir al ‘Conductor distraído’ como el próximo protagonista de ‘Dime cómo te comportas y te diré qué tipo de conductor eres’. ¿Recuerdan? La serie que arrancamos el mes pasado para analizar diferentes comportamientos al volante, detectar riesgos y poner remedios. Aquella que Tráfico y Tránsito estrenó en enero con ‘El conductor agresivo’.
Analizar nuestras conductas más habituales al volante a través de diferentes perfiles de conductor nos permite rescatar ciertas pautas y normas de educación vial que sí, están ahí, pero con frecuencia obviamos. Olvidarlas o pasarlas por alto supone poner en peligro la seguridad propia y de todo aquel que de una forma u otra transita por calles y carreteras. Veamos entonces cuáles son las causas y consecuencias de asumir el rol del conductor distraído. Una pose que merece ser tenida muy en cuenta. Y es que la distracción en el asfalto es uno de los principales causantes de los accidentes de tráfico. Del más del 30% son responsables, según se recoge en estudios de la DGT.
Si no, tengamos en consideración los siguientes datos. En el año 2013, en España se produjeron casi 10.000 accidentes con víctimas que se achacaron a conducción distraída o desatenta. De ellas, 228 personas perdieron la vida.

Distraerse al volante, muy fácil
Hablar por el móvil si no se tiene manos libres, entrar en whatsapp o cualquier otro chat, meter una dirección en el navegador, atender al niño que va detrás por muy hijo nuestro que sea, comer, beber, buscar una canción, maquillarse, leer, escuchar música a pleno ‘pulmón’ sonoro, saber de qué color es la camiseta de quien pasa por la acera pero no del coche que va delante, enterarse de que hay rebajas en la tienda que acabamos de pasar pero no de que el semáforo se ha puesto en rojo, buscar cualquier objeto que se acaba de caer o discutir con los acompañantes son algunas de las situaciones que, de conjugarlas, nos llevan a ser candidatos al premio a la distracción.
Cualquiera de estas acciones no hacen más que restar concentración, entorpecer la dedicación que nuestros sentidos deben prestar al volante, reducir nuestras capacidades de anticipación, dificultar cualquier maniobra que debamos hacer y, por lo tanto, adquirir todos los billetes para ser los causantes y coprotagonistas del próximo accidente de tráfico.
Salirse de la vía, chocar con el coche que nos precede o el atropello suelen ser las consecuencias más habituales del despiste. Y es que nuestro tiempo de reacción ante cualquier imprevisto se ve seriamente comprometido. Y con él, la distancia de reacción, que es aquella que recorremos desde que percibimos un peligro, hasta que pisamos, por ejemplo, el pedal de freno. ¿Margen suficiente como para no arrollar al niño que está cruzando la calle?
Así, hablar por el teléfono móvil, además de ser considerada una infracción grave por la Ley de Seguridad Vial, multiplica de manera considerable el riesgo de sufrir un accidente en carretera. Hay estudios que lo equiparan a conducir bajo los efectos del alcohol. Y, ¿qué sucede? Que perdemos la capacidad de mantener una velocidad constante, no le prestamos atención a la distancia de seguridad o menguamos nuestra capacidad de reacción, entre otras. No llamar o enviar mensajes a ese familiar o amigo que, sabemos, estará conduciendo es, para el resto, además de un detalle, un gesto de responsabilidad.
Pero… Alto. Hemos enumerado situaciones muy tentadoras y cotidianas. Sin embargo, llevarse las preocupaciones al asiento del conductor o subirse al coche cansado o con sueño también nos lleva a perder el foco. Para lo segundo, el remedio es fácil. Dormir, conducir descansado, hacer las paradas convenientes o al menor síntoma de fatiga buscar el lugar adecuado para estacionar y tomarse un respiro son formas sencillas de salvar la dificultad.
Para lo primero, por un sentido práctico y no sumar más problemas al problema, mejor no pensar en otra cosa que ‘pilotar’ mientras se está a los mandos de la ‘nave’. Y es que si conducir está considerada como una actividad de alto riesgo, mejor tomarse la tarea en serio. Para evitar salidas de la vía, colisiones por alcance o invasiones del carril contrario se necesita concentración y reflejos, incompatibles con el cansancio o las preocupaciones.
Evitar las distracciones, también muy fácil
Utilizar el sentido común bastaría para aleccionar al conductor distraído. En cualquier caso, ponemos algunos ejemplos para evitar cualquier situación que distraiga nuestra atención y alimente el riesgo de poner en jaque la seguridad vial de todos.
- Contestar al teléfono, aún disponiendo de manos libres, significa restar atención al volante que tenemos entre manos. Así es que, mejor no contestar. Además, si no se dispone de manos libres, atender las llamadas, además de estar prohibido, agrava la exposición al riesgo. No solo la conversación nos mantendrá alejados de todo lo que tiene que ver con conducir sino que, además, entorpeceremos las maniobras por tener una mano ocupada sosteniendo el móvil. Se ha comprobado que atender un teléfono durante más de tres minutos supone no percibir el 40% de las señales. Si llevas acompañante, ya tienes quien lo atienda.
- Programar el GPS o sistema de navegación o consultar el mapa antes de iniciar la marcha. En el caso de ir acompañado, pedir al copiloto que lo haga.
- El clima en el interior del vehículo debe ser agradable. Ni la radio ni la música deben ir a un volumen elevado.
- Cuelgue en su coche el cartel de ‘Prohibido discutir o alterar al conductor’. Tal vez sea suficiente con un simple aviso. Cuando se conduce hay evitar las discusiones, no se debe apartar la mirada de la carretera por atender una conversación ni permitir a los niños que se comporten de manera alterada.
- No comer ni beber dentro del coche. Hacerlo dificulta a tarea de conducir. Ambas manos deben ir en el volante.
- Fumar también hace que estemos pendientes de encender y apagar el cigarrillo, de evitar que la ceniza se desprenda, de sujetarlo… Mejor reservar el momento para la próxima parada.
- Aprovechar los atascos para maquillarse es, también, sinónimo de desviar nuestra atención y perder concentración. Reservar unos minutos antes de salir de casa para esos retoques quizás puede librarnos de alguna colisión que, por pequeña que sea, nos haga perder el tiempo que queríamos ganar haciendo dos cosas a un tiempo.
- La lectura se disfruta más con un café que con un atasco. No debemos perder la vista entre renglones como tampoco apartar la mirada de la carretera por buscar algún objeto en la guantera o cualquier otro rincón del coche. Si vamos con pasajeros, suficiente con pedir que lo hagan por nosotros. Y si vamos solos, toca esperar.
- Las ventanas de nuestro coche no son balcones abiertos por los que estamos invitados a contemplar con otros ojos que no sean los del conductor. No podemos ‘detenernos’ a mirar un accidente o cualquier otro acontecimiento que suceda fuera porque estaremos rompiendo el ritmo normal de la circulación y, tal vez, provocando un posible accidente.
Dicho esto, ya solo queda sugerir que la próxima vez que hagamos el recorrido que nos lleva de casa al trabajo y del trabajo a casa no lo hagamos de memoria, por muy de memoria que nos sepamos cada curva, cada señal y cada huella en el asfalto. Por muy familiar que nos resulte el trayecto, si bajamos la guardia, volveremos a sentir ese escalofrío que acompaña a la pregunta “¿Ya estoy aquí? Y, ¿cómo lo he hecho?”.
Por último, sometemos al conducir distraído al pequeño test de Tráfico y Transito. El mismo con el que analizamos el mes pasado el rol del conductor agresivo.
*TYTData es una herramienta de Tráfico y Tránsito que puedes descargarte para analizar los accidentes de tráfico a partir de la selección de diferentes variables.
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