Pasos para conducir con frío y nieve antes de iniciar la marcha. Parabrisas y retrovisores, en perfecto estado de visibilidad

Puede ser que en los últimos días rascar la nieve del parabrisas le haya parecido un espejismo o un remoto déjà vu. El frío ha tardado en presentarse y aunque a ratos el sol nos lleve a pensar que efectivamente se trataba de una ensoñación, lo cierto es que -más en unas regiones que en otras- las cimas lucen mantos blancos –sí, unos más generosos que otros-. Con todo lo que el invierno se ha hecho esperar puede que hasta se nos hayan olvidado las pautas de seguridad vial que, como conductores, debemos tomar a la hora de subirnos al coche e iniciar la marcha.

Conducir con frío, hielo y nieve merece varios capítulos aparte. Si bien en artículos sucesivos resolveremos dudas sobre ¿cómo colocar las cadenas del coche? y profundizaremos en otros aspectos de la conducción en condiciones adversas -en Tráfico y Tránsito disponemos de cursos específicos sobre esta materia-, para empezar, conviene prestar atención a los primeros detalles. O, lo que es lo mismo, a las consideraciones previas que debemos tener en cuenta antes de arrancar el vehículo y que inciden de manera directa en la calidad de la conducción y en nuestra propia seguridad.

Conducir con nieve y hielo TYT
Antes de iniciar la marcha, se debe limpiar el parabrisas por completo de nieve o hielo

 

Un ojo al parabrisas

En un día cualquiera es más que probable que en nuestras rutinas no haya hueco para los imprevistos. Encontrarnos que nuestro vehículo ha estado expuesto a una nevada o que el hielo se ha instalado en el parabrisas será sinónimo de una inoportuna sorpresa que nos entorpecerá y retrasará en nuestras tareas cotidianas. De modo que es probable que a esta circunstancia no le concedamos el tiempo que merece e iniciemos la marcha sin limpiar el parabrisas completamente. Sin embargo, no hacerlo es especialmente arriesgado durante los primeros minutos. Y es que suele coincidir con momentos de mucho tráfico y, sobre todo, de peatones, entre ellos, niños que van al colegio.

Los retrovisores, también en el punto de mira

Otro de los descuidos que cometemos debido a las prisas es no atender a los espejos retrovisores. Si obviamos su revisión, es posible que nos demos cuenta de que tienen hielo cuando vayamos a hacer uso de ellos porque nos hemos puesto en marcha. La buena visibilidad es clave para una conducción segura, así es que con frío o nieve debemos tener muy presentes también este tipo de componentes.

Y es que parece que no le damos el valor que tienen cuando, sin embargo, la segunda regla básica de la DGT para la conducción en invierno es “comprobar las escobillas y funcionamiento del limpiaparabrisas y luneta térmica”. Detrás de la “revisión del buen estado mecánico y la comprobación de los frenos”. Algunos estudios relacionados con la seguridad vial y cómo esta se percibe en diferentes países revelan que en España el precio es el primer criterio que se tiene en cuenta a la hora de cambiar las escobillas del limpiaparabrisas. La segunda razón es la recomendación del vendedor y la seguridad ocupa el tercer lugar. El mal estado de las escobillas dificulta nuestra visibilidad. Y no solo en época de nieve, también en un día cualquiera de lluvia.

Escobillas nuevas, una vez al año

Que España no sea un país de climatología especialmente adversa no quiere decir que debamos olvidarnos de este elemento. La cantidad de rayos de sol que nos baña es, en buena medida, responsable del deterioro del material con el que están hechas las escobillas. También lo es la sal, la contaminación, el ozono, el hielo y el rozamiento provocado por el uso. En un año pueden realizar hasta 120.000 movimientos, a una velocidad de 40 y 70 veces por minuto. Según los expertos, la vida media de una escobilla es de un año. Hasta 18 podría llegar a ser aceptable. ¿Cada cuánto tiempo cambia usted las escobillas? Según algunos estudios, de media en nuestro país, cada cuatro años.

Conducir sin abrigo

Por último y antes de arrancar el motor en un día de nieve o hielo debemos cuidar nuestra comodidad. De ello dependerá nuestra capacidad para maniobrar cuando ya estemos al volante. Debido al frío nos metemos en el coche ateridos y esto, sin duda, resta nuestra libertad de movimiento, por lo que es recomendable acondicionar el vehículo para conseguir una temperatura confortable. Ni que decir tiene que no se debe conducir con el abrigo puesto porque, también, obstaculiza nuestros movimientos.

Cómo afrontar un viaje si vamos a conducir en zonas de nieve o hielo o cuáles son los pasos a seguir para colocar las cadenas del coche serán temas que nos ocuparán en próximos artículos. Entretanto, os animamos a echar un vistazo a los cursos prácticos de Tráfico y Tránsito. La conducción con mal tiempo es uno de nuestros programas.

Especialmente dirigido a empleados y técnicos de prevención, el programa es de 6 horas de duración y se detiene en aspectos como la posición correcta de conducción, las técnicas de utilización del volante o el control sobre superficies deslizantes. La parte teórica la completamos con simuladores de vuelco y simuladores de impacto.

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