Dime cómo te comportas y te diré qué conductor eres. Tipo 3: El conductor altruista

Cerramos marzo con la tercera entrega de ‘Dime cómo te comportas y te diré qué conductor eres’. Tras el conductor agresivo y el distraído toma el relevo el conductor altruista. Y es que, aunque cueste aceptarlo, el buen fondo y el gesto de entregar tus destrezas a causas que podrían requerir más urgencia que la propia también conllevan sus riesgos. Por eso, desde aquí animamos a mantener encendida la llama del altruismo pero sin permitir que la de la precaución se apague por descuido.

No es la primera vez que en los medios de comunicación es noticia el relato de un atropello cuando un conductor, ajeno, en principio, a un accidente de tráfico, resulta arrollado y fallece, en el peor de los casos, como consecuencia de un segundo accidente en el que se ve directamente implicado.

Un talante altruista siempre es loable. Y el asfalto parece ser estimulante en ese sentido. Así lo recoge un estudio del Instituto Universitario de Tráfico y Seguridad Vial de la Universidad de Valencia. En él se revela que “los  conductores españoles son más prosociales en el ámbito vial que en la vida cotidiana”. Y, ¿qué entienden por prosociales? “La adquisición y desarrollo de actitudes y comportamientos que favorecen la convivencia, la solidaridad, la tolerancia, la cooperación y la ayuda de todos aquellos principios que regulan la convivencia social en el ámbito del tráfico” y la seguridad vial.

Este tipo de comportamiento obedece a conductas muchas veces instintivas de gente que pasa por alto cualquier riesgo al que pueda estar expuesto, incluso arriesgando la propia vida, por ayudar a otro que percibe que se encuentra en una situación más urgente. La definición de la RAE lo expresa con claridad. Altruismo:  “Tendencia a procurar el bien de las personas de manera desinteresada, incluso a costa del interés propio”.

El primero en llegar a un accidente de tráfico

Sin embargo, y para evitar tragedias mayores, aquel que de manera desinteresada decide intervenir debe ser capaz de valorar los peligros y minimizar los riesgos. ¿Realmente dejarlo todo por atender una situación que consideramos prioritaria es el paso que se debe dar? Intervenir, sí, pero de la manera más segura posible. Añadamos a esa conducta altruista ciertas dosis de sangre fría, de modo que seamos capaces de actuar en modo auxilio, sin empeorar una situación ya de por sí complicada.

Seguir a nuestro yo altruista nos puede llevar a tener tan claro el objetivo al que nos dirigimos que perdemos la perspectiva. ‘Visión de túnel’ es como llaman a la manera en la que podemos llegar a focalizarnos en una sola cosa olvidándonos de todo lo demás. Si hemos sido los primeros en llegar a un siniestro, nuestra obligación es prestar auxilio, sí, pero sin olvidarnos de la cautela ni del chaleco que nos hará más visibles para quienes circulan por la misma vía.

Dispuestos a intervenir, además, la recomendación es, si es posible, estacionar nuestro vehículo fuera de la calzada o en el arcén y señalizar con los triángulos de emergencia nuestra situación. Si fuera de noche, también dejar las luces encendidas y poner la señal de peligro. Que el impulso de ayudar, no nos lleve a olvidar estos pasos que velarán por nuestra seguridad, por la de aquel al que pretendemos auxiliar y por la de otros conductores que pasen por el mismo lugar en el mismo momento.

Ceder el paso por cortesía, con cautela

No solo el perfil altruista aflora cuando se produce un siniestro sobre el asfalto. No hay que estar metidos en un accidente para encontrarse con este tipo de conductores. También las buenas intenciones pueden resultar peligrosas en las situaciones más cotidianas. Sirva de ejemplo aquel conductor que decide ceder el paso a un peatón en una calle cuando este no tiene prioridad. El resto de conductores no tiene por qué adivinar ni esperar esta muestra de cortesía, por lo que el detalle podría llegar a ser peligroso para el viandante si al cederle nosotros el paso, cruza y es atropellado por un vehículo del carril contiguo.

Casos similares pueden tener lugar cuando cedemos el paso a vehículos que no tienen la prioridad. La maniobra, puede terminar en choque si los coches que en ese momento circulan próximos no esperan que esa acción se vaya a producir.

Alertados de los riesgos que conllevan las buenas hazañas, animamos a continuar alimentando nuestro altruismo, siempre desde la cautela y el sentido común. Y es que desde Tráfico y Tránsito pensamos que “cuando alguien realiza una maniobra altruista, como ceder el paso, se inicia una cadena de buenas acciones en el resto de conductores”. Esta es una buena manera de compensar la cadena que se produce en el sentido contrario, cuando nuestra conducta no es la apropiada y al mal gesto respondemos con otro igual o peor.

Los conductores altruistas tienen la empatía a flor de piel, de manera que entienden las razones por las que otro conductor tiene un determinado comportamiento. Comportamientos así son más que recomendables en educación vial. Y es que es cuando falta la empatía es cuando suben las probabilidades de que se ocasionen accidentes.

Sometemos al conductor altruista al test de Tráfico y Tránsito de ‘Dime cómo te comportas y te diré qué conductor eres’ y aquí está el resultado:

Dime cómo conduces y te diré qué conductor eres