Dime cómo te comportas y te diré qué conductor eres. Tipo 4: El conductor justiciero

En el horizonte se perfila un viaje tranquilo, placentero. De esos en los que uno disfruta acomodándose en el asiento y ajustándose a los mandos rumbo al destino en actitud activa, aunque relajada. Una ruta sobre el asfalto solo interrumpida por un claxon que resuena en nuestros tímpanos como el silbido inquietante que llega del lejano Oeste. Sí, está ahí. Asoma por el retrovisor. Es él. El conductor justiciero. El cuarto protagonista de nuestra serie: ‘Dime cómo te comportas y te diré qué conductor eres.

El conductor justiciero es aquel que sale a la carretera dispuesto a poner orden, a hacer cumplir la ley y castigar a los ‘evasores’. Claro que no siempre su orden y sus leyes coinciden con las oficiales. Sin embargo, se toma tan en serio su papel de sembrador de justicia que está dispuesto a bajarse del coche para desgranar punto por punto lo que reza en su ‘Manual del perfecto conductor’. Una actitud, intimidatoria, a veces, incómoda siempre, que, por el contrario, no recomiendan en ningún otro manual, al margen del suyo.

El conductor justiciero disfruta ‘leyéndole la cartilla a los demás’ y no le tiembla el pulso cuando exige que se ‘respeten’ las normas de seguridad que él mismo pasa por alto. Sí, puede ser que estar tan al tanto de cómo conduce el resto le otorgue cierto sentido de responsabilidad. Pero, lo que gana por este lado lo pierde en empatía –rasgo fundamental en la carretera- y falta de atención, muy propio del conductor distraído. Y es que estar más pendiente de lo que hace el otro que de lo que hace él mismo puede llevarle, intencionada o descuidadamente, a saltarse las reglas. Así es que, no se extrañe si algún otro justiciero, de los que hay por ahí sueltos, le aplica idéntica cartilla.

Adelantar por la izquierda a coches que él considera que van demasiado lentos por el centro para, acto seguido, regalarles su ‘sutil’ pitada de atención y ocupar de forma repentina su carril es una de las maniobras que lo definen. Es evidente que en el manual por el que el justiciero se rige nada debe indicarse sobre el riesgo que para la seguridad vial supone obligar a frenar al coche que va delante.

Pegarse al coche que le precede. Esta es otra de las tácticas a las que el ‘Tipo 4’ recurre para aleccionar a los vehículos que se cruzan en su camino si considera que estos no llevan la velocidad adecuada. Una conducta así denota cierta pose intimidatoria, muy en la línea del conductor agresivo, nuestro Tipo 1 de la serie Dime cómo conduces y te diré qué conductor eres. Comportarse de este modo no hace más que incomodar al coche que va delante, alterar sus nervios, obstaculizar su atención, dificultar su conducción y poner en peligro al resto de conductores si el vehículo ‘acosado’ se viera obligado a frenar de manera repentina. La distancia de seguridad es una norma que tampoco el conductor justiciero tienen derecho a saltarse.

Llámenlo impaciencia, que también, pero pitar en el mismo momento en el que el semáforo ha cambiado a verde para que quien está en la ‘línea de salida’ se ponga en marcha “rapidito” es lo mismo que bajar la ventanilla y gritar: “¡Arranca ya. No ves que está en verde!”. Sí, también lo pueden llamar un signo de mala educación vial. También de imprudencia si en un acto reflejo el conductor, de nuevo ‘acosado’, se pone en marcha sin haber percibido que aún hay un peatón cruzando o un coche se ha metido en el cruce en el último momento.

Tampoco puede faltar en esta batería de prácticas habituales del conductor justiciero la batalla que se libra en las rotondas. ¡Todos los ojos sobre él! Y es que parece que sólo él conoce cómo se circula en ellas. Él marca el ritmo, sabe ‘mejor que nadie’ qué lugar hay que ocupar en ellas, cómo se señaliza una vez dentro y quién tiene la preferencia.

Esta bien, podríamos llegar a pensar que en el fondo es maestro vocacional si no fuera por esa falta de empatía que ya hemos comentado y esa vena agresiva que se le escapa con facilidad. Al conductor justiciero no le basta con pensar que lleva la razón, tiene que hacerlo ver al resto, con gritos, si fuera necesario, o actos, castigando a ‘su infractor’ obligándole a reducir la velocidad, a acelerar o darse una vuelta más a la rotonda porque no le permite tomar la salida elegida. Será que le está brindando la oportunidad de corregirse invitándole a una ‘vuelta de reflexión’ –nótese la ironía-.

¿Qué hacer si de repente el sonido de la justicia llega del Oeste? Pues, invocar a santa Paciencia.

Y, ¿cómo queda el perfil del conductor justiciero en el test de Tráfico y Tránsito? Ahora somos nosotros quienes ponemos nota a su comportamiento ;):

Conductor justiciero