“Distraerse” o “decidir distraerse”, he ahí la cuestión…

distraidoEl lenguaje y sobre todo las palabras que utilizamos en cada situación sobrepasan los límites de la mera comunicación, el uso de la palabra adecuada en cada situación es fundamental para poder plasmar en la mente de nuestro público aquello que queremos conseguir. Quizá la palabra «distracción» se quede un poco corta en función de que situaciones. Titulares como: “Las distracciones, un gran riesgo para conductores o peatones”, “las distracciones son el mayor peligro en la vía” o cuando se asocian directamente asignándole un número determinado de fallecimientos o un porcentaje de accidentados” deberían de ser matizados.

Las distracciones son una especie de cajón de sastre, en el que encontramos desde la más instintiva hasta la más calculada, tanto una como otra pueden dar lugar a un siniestro fatal. La forma en que se tratan muchas veces parece mostrar que es algo inherente al ser humano, que la mente está condenada a distraerse y que no podemos hacer nada para evitarlo.

Pero el que una persona hablé por un teléfono móvil mientras conduce responde a una elección particular, ese conductor por la circunstancia que sea ha elegido hablar en ese momento. Por decirlo claramente: prefiere conducir distraído que hacerlo en plenitud de facultades, luego el conductor, ¿se ha distraído o ha elegido distraerse?

Las distracciones asociadas a la seguridad vial no son nada nuevo, sólo cambia aquello con lo que nos distraemos, pero el escoger aquello a que le prestamos atención en cada momento depende de cada ser humano, de sus intereses, sus prioridades y en el caso que estamos hablando, de su actitud ante el tráfico.

Al final, lo que causan los accidentes son las decisiones equivocadas, distraerse lo es.

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