
La movilidad, especialmente en las grandes ciudades como Madrid, está cambiando a marchas forzadas. Hace ya unos años que el negocio de los coches de alquiler en el centro de la capital le hace la competencia al vehículo privado o al transporte público, pero en los últimos meses se ha convertido en una tendencia que va en aumento expandiendo su influencia territorial.
Las normas para llevar coches contaminantes al centro de Madrid son más restrictivas, pero la compra de coches eléctricos -que sí que tienen su entrada asegurada- no parece una opción que atraiga a muchos conductores. Por eso, la alternativa de los ‘carsharing’, también conocidos como coches de alquiler eléctricos, se están perfilando como una opción cada vez más apetitosa.
Comenzó la guerra entre las marcas más grandes, Emov y Car2Go, pero a día de hoy existen otras muchas opciones (Whisilife, Sixt, Wible, Zity o Ubeeqo) e incluso, algunas de ellas, llegan ya hasta la periferia madrileña, conectando con el centro municipios del noroeste de la Comunidad como son Boadilla del Monte, Majadahonda, Pozuelo y las Rozas.
Una visión de negocio para todas las compañías que se han atrevido a salir de un radio en el que la competencia es mucho más alta y que permiten a los usuarios del extrarradio bajar directamente en el coche de alquiler por minutos, sin necesidad de coger transporte público para acceder a la almendra.
A parte de otras ventajas como el ahorro de dinero, por ejemplo en parquímetros, el poder dejarlo aparcado donde se quiera y la emisión cero de gases contaminantes al medioambiente, estos coches de alquiler se encuentran al servicio total del usuario –al contrario que el transporte público–, por lo que se entiende su proliferación en el mercado.