
Cada verano los expertos recuerdan los consejos para prevenir los golpes de calor o las insolaciones. Pero, al parecer, no sólo los humanos tienen remedio ante las altas temperaturas, las calles también cuentan con una opción.
Por primera vez, en 2017, la ciudad de Los Ángeles (EE.UU.) pintó sus calles de blanco, para combatir el calor. Una medida destinada a aislar relativamente el asfalto, ya que como bien se sabe, el color blanco refleja el sol, mientras que el negro lo absorbe. De ahí que en el sur de España, donde se alcanzan las mayores temperaturas en verano, las casas estén encaladas.
El calor que durante todo el día se concentra en una ciudad con mucho tránsito de vehículos, se va acumulando y se expulsa durante la noche; razón por la cual la temperatura se mantiene constante y prácticamente no disminuye, ni da un respiro.
Suele haber varios grados de diferencia del centro a la periferia de las ciudades, lo que las convierte en hornos durante los meses más calurosos. Ante esto, la ‘protección solar’ que se aplicó en Los Ángeles y que consiguió reducir la temperatura más de 5 grados, parece una solución que debería ser contemplada por más ciudades.
¿Debería Madrid planteárselo? La almendra de la capital es también un claro ejemplo en el que la concentración de calor se hace insoportable. El asfalto acumula grados durante todo el día y las noches son calurosas y largas. Seguramente, la aplicación del material empleado en Los Ángeles, CoolSeal, rebajaría la temperatura.
Sin embargo, conllevaría un alto coste –se ha calculado que unos 35.000 euros por cada 1,6 kilómetros de carretera–. Además, también podría acarrear problemas para los conductores como que resbalaran los vehículos o que sufrieran deslumbramientos al reflejarse el sol.